Es una técnica que permite detectar aquellos sonidos que se encuentran fuera del rango audible y de frecuencias superiores a los 20000 Hz. El principal empleo de esta técnica es inspecciones mecánicas/estructurales y detección de fugas de fluidos y gases.
Cuando se inspeccionan componentes mecánicos se realiza el análisis de la variación de las emisiones acústicas en decibeles. Por ejemplo, el rango de frecuencia donde mejor se detecta los modos de fallas de rodamientos es de 24 a 50 KHz, donde el incremento en ultrasonido se presenta ANTES que el incremento en las vibraciones y temperatura. De igual manera en la detección de fugas cuando un fluido o gas se mueve de un sistema de alta presión a uno de baja presión a través de un orificio, al expandirse produce un flujo turbulento, el cual posee un alto grado de componentes ultrasónicos. La intensidad del ultrasonido disminuye rápidamente al alejarse de la fuente, permitiendo que el punto exacto de fuga pueda ser determinado.